Oliva tranquilament

 

Oliva conserva en perfecto estado el casco antiguo de la época florecida medieval. Se puede pasear por la antigua villa cristiana entre sus iglesias, casas señoriales, antiguos portales y museos. Y subir al antiguo barrio morisco del arrabal que conserva sus típicas calles.

 

 

Desde la “Plaza de Alonso” se pueden seguir dos rutas culturales para adentrarse en el corazón de la ciudad:

Itinerario por la vila condal

Paseando por la vila condal                                                                             Senyal indicadora vila comtal

Vista de la iglesia de Santa María des de la Plaza Alonso

Vista de la iglesia de Santa María des de la Plaza Alonso

 

Portal de la Virgen María

Iniciamos nuestro recorrido por la Vila atravesando este portal, conocido popularment com el portalet. Era una de las entradas al perímetro amurallado de la Vila anterior a 1529. En aquel año, el conde Serafí de Centelles inició la construcción de un nuevo  trazado de las murallas para asegurar la defensa de la ampliación del recinto urbano primitivo y, en la misma prolongación de la actual calle Iglesia, se abrió otro portal, denominado del Raval, situado entre las casas 4 y 5 de la actual plaza Alonso.

Dentro del perímetro configurado por las murallas se extendía la Vila o población habitada por los descendientes de los repobladores cristianos. Extramuros de la misma se situaba el Raval o moreria, espacio urbano donde residian los descendientes de los andalusíes.

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El portalet está formado por un arco de medio punto, sobre el cual observamos un muro decorado, desde 1945, con los plafones cerámicos de la Inmaculada y san Francisco de Paula. En la parte superior todavía pueden apreciarse los grandes quicios que aguantaban las hojas de la puerta, cuyo acceso enlazaba con la antigua calzada romana que, por las actuales calles de les Tendes y Sant Vicent, conduce a Xàtiva.

 

 

Torre de la muralla 

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Llegamos ahora a esta torre de cuerpo cilíndrico y fábrica de mampostería, la única que se conserva del lienzo de la muralla del s. XVI que subía desde el portal del Raval (en la plaza Alonso), y continuaba hasta el palacio de los Centelles, que también contaba con torres propias en sus esquinas; no en balde la calle se llama de les torres.

La muralla seguía el trazado dibujado por las medianeras posteriores de las casas de las calles Sant Miquel y Sant Rafel, bajaba a buscar el portal de la Mar (final del carrer Major), seguía el recorrido de la carretera hasta el portal del Molí (en la calle del mismo nombre) y, nuevamente siguiendo la carretera, cerraba el perímetro en el portal del Raval.

La torre que vemos defendía el acceso a la Vila a través del denominado portal del Pi, hoy desaparecido. Recibía este nombre por encontrarse en la vía que conducía al convento franciscano de Santa Maria del Pi, destruido por el terremoto de 1598.

Palacio de los Centelles 

Los Centelles

Familia de ascendencia catalana, establecida al castillo de Sant Martí de Centelles, de donde tomó el topónimo por apellido. En 1314 heredaron el señorío de Nules. Años más tarde (1387), Gilabert de Centelles heredaba la honor y baronía de Rebollet, que incluía Oliva. En 1449 Alfonso el Magnánimo concedía a Francesc Gilabert el título de conde de Oliva. Previamente ya lo había nombrado virrey de Cerdeña (1421), haciéndole entrega de unos territorios conocidos (todavía hoy) como los Estados sardos de Oliva.

Poco a poco, esta familia belicosa fue agrandando sus dominios, hasta convertirse en uno de los linajes más poderosos de la Valencia de los siglos XV y XVI. Con el paso del tiempo, la gran fortuna conseguida con el azúcar y los éxitos militares, se fue traduciendo en un magnífico palacio, una abundante corte renacentista de refinados gustos, y un nutrido grupo de artistas protegidos por su mecenazgo.

El Palacio condal

Maqueta del Palau dels Centelles d'Oliva, se guarda en el Museo Arqueológico de Oliva

Maqueta del Palau dels Centelles d’Oliva, es guarda en el Museu Arqueològic d’Oliva

Edificio gótico-renacentista de la primera mitad del s. XV, con importantes remodelaciones en el s. XVI, que repetía el esquema de los palacios valencianos de la época: planta cuadrada con torres circulares en las esquinas, y rectangulares en los lienzos occidental y oriental.

En 1871 el edificio fue vendido, iniciándose el proceso de deterioro. En 1882 se abrió la calle Palau y el recinto empezó a ser parcelado en casas. En 1917 el arquitecto danés E. Fisher compró buena parte de la construcción con la intención de trasladarla a Copenhague. Inició los trabajos, pero le ordenaron parar cuando fue declarado Monumento Histórico y Artístico por el gobierno español en julio de 1920. Las remodelaciones y obras sufridas por el edificio, el hundimiento de algunas partes por ruina, la expoliación sistemática, lo afectaron hasta desfigurar su fisonomía original.

En la actualidad, la mayoría de sus restos se encuentran ocultos en el interior de las casas de las calles Comare, Torres, Aula y Duc d’Osuna. A pesar de todo, aún se conservan casi la mitad de sus murallas, cuatro torres y numerosos vestigios de los aposentos de la planta baja y primera. En el Museo Arqueológico de la ciudad se conservan las columnas de la galería del patio, una fiel maqueta y los planos de 1920.

Torre de la calle de la Comare 

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Como comentábamos anteriormente, esta torre (popularmente, el Torrejó) estaba destinada a defender el ángulo sudeste del palacio. De planta circular y fábrica de mampostería, conserva tres plantas, contiguas a otros tantos aposentos rectangulares del resto del edificio, y constituye un buen ejemplo de la confluencia de varias fases constructivas: una gótica, ligada probablemente al castillo feudal original, y otra de la primera mitad del s. XVI, cuando se introducen elementos del primer renacimiento. La torre fue restaurada en el año 1999, y alberga una exposición permanente sobre el palacio y su proceso de restauración.

También, al final de esta calle veremos una ventana semejante a las de estilo gótico del palacio, cuyo partidor de luz es una columna de mármol con capitel esculpido.

 

 

Esglesia de Santa María 

  • Casas de la calle Tamarit

Acabamos de pasar por la calle Tamarit, donde hemos podido apreciar unas casas señoriales de los siglos XV-XVI (con remodelaciones posteriores, las más importantes del s. XVIII. Fueron rehabilitadas entre los años 1999 y 2006 para albergar la Biblioteca Central (Tamarit 6), y el Museo Etnológico (Tamarit 2-4). Los Tamarit fueron una familia distinguida muy relacionada con los Centelles y con la parroquia de Santa Maria. Fueron señores del lugar de Guardamar de la Safor hasta 1635.

  • Esglesia de Santa María la Mayor

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El actual templo parroquial de Santa Maria es resultado de distintas fases constructivas realizadas sobre el solar de la primitiva iglesia gótica (perpendicular a la actual), y de la cual sólo se conserva una arcada en la zona del baptisterio.

 

La Capella del Roser y el campanario corresponden a la remodelación proyectada en 1683, pero la mayor parte del templo se edificó a lo largo del s. XVIII (1705-1787), y está considerado un magnífico ejemplo de la arquitectura valenciana de ese siglo: en él puede apreciarse la evolución desde el último barroco hasta el pleno neoclásico.

La iglesia posee tres naves y una espaciosa cripta, construida para salvar el desnivel existente entre la plaza de l’Església y la calle de les Moreres. La planta es rectangular, con una nave principal de cuatro tramos cubierta con bóveda de cañón, y capillas laterales cubiertas por cúpulas propias sobre tambores. Su esquema arquitectónico es una muestra del giro clasicista impulsado por los matemáticos Tosca y Corachán, tomando como modelo a Vignola y las iglesias romanas.

El alzado interior es uniforme, ordenado a base de pilastras estriadas y contrapilastras de orden corintio. Una de las singularidades del templo es la sobriedad de su interior, siguiendo los cánones academicistas del momento que buscan resaltar la belleza de la arquitectura sin profusión de ornamentos que la oculten. El transagrario está sustentado por contrafuertes que refuerzan el ábside, allí encontramos un conjunto de zócalos cerámicos del s. XVIII, y un exclusivo museo parroquial con ornamentos litúrgicos, piezas de orfebrería y tallas religiosas.

 Calle de les Moreres 

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Desde aquí podemos apreciar claramente el desnivel que fue necesario salvar para hacer la iglesia. La solución fue una gran cripta, que ahora se usa como espacio expositivo. También llaman la atención los arcos apuntados que sostienen el transagrario, y que se plantearon como remedio estructural para evitar un nuevo hundimiento de la cúpula, ocurrido en 1755, durante las obras del templo.

Estos arcos lindan con la canalización de la séquia Mare, que trae el agua del río Serpis y entra en Oliva por la calle Sant Vicent. Un poco más allá de los contrafuertes, el agua era retenida en una balsa (de aquí el nombre de la plaza), para ser usada como fuerza motora del Enginy del s. XVI, donde se molía la cañamiel y se elaboraba el azúcar.

Antiguamente, la acequia estaba descubierta. En sus bordes se plantaron moreras (de aquí el nombre de la calle) para alimentar a los gusanos de seda que eran la base de la potente industria sedera valenciana del s. XVIII.

 

Itinerario por el  raval morisco

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Paseando por el raval morisco

Casa Abadia 

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Hemos dejado atrás la plaza Alonso, donde antiguamente se encontraba el portal del Raval, y hemos subido la calle por donde discurría la muralla hasta la torre visible al final de la cuesta. Esta muralla separaba la Vila de la morería o Raval. Nos encontramos ante la Casa Abadia, que es la vivienda de los sacerdotes de la parroquia de Sant Roc.

Cuando fue construida la parroquia de Sant Roc (1535), se destinaron dos casas mudéjares (s. XV) para residencia del cura; una tenía el acceso por la arcada mudéjar de la calle Sant Josep, y la otra por la puerta actual. Fueron definitivamente unificadas a finales del s. XVI, cuando se excavó el pozo que todavía se conserva. A finales del s. XVIII el edificio alcanzó la altura que tiene en la actualidad y se le añadió el mirador que lo caracteriza y la cambra dels arcs, denominada así por los diez arcos que la configuran. Esta cámara estaba destinada a la cría de gusanos de seda, con una doble sección de ventanas para regular ventilación y temperatura.

Esglesia de San Roc   

Oliva Raval047 baixa resolucióEl templo que observamos está ubicado sobre una antigua mezquita, donde los mudéjares se reunían para la plegaria y para escuchar las decisiones de los responsables de la aljama. Cuando fue levantada la parroquia de Sant Roc (1535), la mezquita fue reconvertida en templo cristiano, con pocas intervenciones constructivas. Éstas llegarían en los siglos posteriores, pero los constantes problemas estructurales obligaron a construir, de nueva planta, la iglesia actual, cuyas obras concluyeron en 1886. Posteriormente (1958-60), se aumentó unos 5 m. la altura del campanario.

Del exterior destaca el azul de las tejas y el juego de cúpulas con tambores policromados. La sobria fachada neoclásica, rematada con frontón triangular moldurado, tiene portalada de piedra, hornacina y rosetón. La parte inferior del campanario está enlucida y policromada, mientras que la superior (correspondiente a la ampliación de 1960) es de ladrillo. La nave tiene planta de cruz latina con bóveda de cañón. El retablo principal es de estilo neoclásico. En las pechinas de la cúpula central están representadas las figuras de los evangelistas, pintadas por Antonio Cortina.

La Capilla del Cristo y su transagrario

Capilla del Cristo de San Roque

Capella del Crist de San Roc

Adosada a la nave central de la iglesia tenemos la Capella del Crist, una auténtica joya barroca próxima a los modelos del clasicismo romano, construida entre 1725 y 1749. Es de planta de cruz griega, pero uno de sus brazos fue parcialmente seccionado con la construcción del nuevo templo. En el centro del retablo principal se encuentra la venerada imagen del Crist de Sant Roc, que da nombre al recinto.

La parte más esplendorosa de la abundante ornamentación es el conjunto pictórico que decora el cascarón del ábside, ejecutado al temple por un discípulo de Joseph Llàcer. Representa la Gloria de Cristo resucitado rodeado de santos (que guardan relación con el nombre de las calles del Raval). En la cúpula central destacan las figuras de los evangelistas y los cuatro padres de la iglesia latina, obra tradicionalmente atribuida a Lorenzo Chafrión.

 

El Transagrario

Es la parte más desconocida del templo. También presenta planta central cubierta con cúpula, donde tres de los brazos toman forma absidal y el cuarto es el que comunicaba con la capilla. El pavimento y el zócalo son de cerámicas del s. XVIII. En el techo volvemos a encontrar pintura mural con escenas evangélicas y referentes a las virtudes.

Castillo de Santa Anna

Castillo de Santa Anna. Fue construido entre 1.520 y 1.545, durante el periodo del Conde de Oliva, época en la que se reformó el Palacio de Centelles

Castell de Santa Anna

El castillo de Santa Anna es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura militar renacentista de nuestra comarca. Ubicado en la cima del monte que domina la ciudad, su construcción responde una clara voluntad señorial de asegurar la defensa de la Vila en unos momentos –primera mitad del siglo XVI- caracterizados por las incursiones de los piratas berberiscos (1529 en la playa de Oliva, 1532 en Piles,1550 en Cullera…)  y el temor a la posible connivencia con éstos de la población morisca de su Raval. Construido de nueva planta entre 1520 i 1546 sobre el emplazamiento de la anterior ermita de Santa Anna, la posición del castillo permitía a su guarnición disponer de una perfecta visualización de la línea de costa, mantener el dominio de las alturas que dominaban la Vila y ejercer la función de control disuasorio sobre la población de la morería. Su dotación de armas, en 1585, era de siete piezas de artilleria entre sacres, culebrinas y morteros…

El castillo es de planta rectangular, reforzada en sus esquinas noroeste y sudeste por dos grandes torres circulares. La torre noroeste está situada dominando el emplazamiento de la Vila y el Raval, mientras que la ora torre defiende la entrada a la fortificación, abierta en la muralla oriental, y a la que se accede mediante una rampa delimitada por muros de contención. l La entrada al castillo forma un recodo de noventa grados en dirección norte y se realiza también, ya en su interior, por una pequeña rampa. La fábrica de sus muros es de mampostería trabada con mortero, mientras que los marcos de las troneras son de piedra arenisca. Tanto los muros como las torres presentan un perfil ataludado. En el interior, cerca de la entrada, se conserva el aljibe para garantizar el abastecimiento de agua.

El castillo dispuso de una guarnición pagada por el Conde de Oliva hasta principios del siglo XVIII. A mediados de este siglo se erigiría en su parte central una nueva ermita -también bajo la advocación de Santa Anna-, los restos conservados de la cual, visibles desde la distancia, son el mejor reclamo de un monumento todavía poco conocido, impresionante por la sencillez de su concepción y la solidez de sus fábricas, cuya posición en altura le convierte en un mirador excepcional de la llanura litoral y de la misma ciudad de Oliva.

Antiguo cementerio mudéjar  

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Nuestro recorrido nos trae ahora al lugar donde se encontraban los antiguos campos, situados en el collado del Pi, que constituían el antiguo fosar mudéjar. Aquí los musulmanes podían ser enterrados siguiendo sus propias costumbres: baños rituales, cubrimiento con mortaja de dos piezas sin costura, plegarias, rociado del cuerpo con agua perfumada y, enterramiento en la tumba excavada en tierra con la cabeza mirando hacia la Meca (hasta el pecho si era para una mujer, y hasta la cintura si era para un hombre).

A partir de la conversión forzosa de 1525, desaparecería la posibilidad de practicar estos ritos. Puesto que los moriscos eran ahora cristianos nuevos, se tenían que comportar como tales en todos los aspectos de la vida cotidiana, y las autoridades cristianas, para que no se realizaran secretamente ritos islámicos, mandaban que los entierros se hicieran en presencia de un alguacil cristiano viejo.

El cambio de confesión religiosa también comportó un cambio en la ubicación del lugar de los entierros. En 1536 se producía el primero en el nuevo fosar construido junto a la iglesia, quedando sin uso este cementerio mudéjar.

Tossalet del Doix   

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Hemos llegado a uno de los puntos más elevados del tossalet del Doix. Desde aquí tenemos un balcón privilegiado para contemplar todos los matices del azul (tejas, cielo y mar), Santa Maria al fondo, y un imponente primer plano de la iglesia de Sant Roc, de la cual destacan las singulares formas del artístico juego de cúpulas. El conjunto consta de la cúpula de la nave central y las de la Capella (ordenadas de mayor a menor), que presentan una policromía externa poco usual, con detalles tan delicados como las ménsulas pintadas en los ángulos del tambor de la cúpula menor.

También vemos el portal del Fossar, el nombre del cual recuerda el antiguo cementerio que se estableció justo delante del mirador, a partir de la reconversión de la mezquita mudéjar en templo cristiano. Los primeros entierros se hicieron en una ubicación anterior, que estaba más cerca del templo, pero al construirse la Capella del Crist (1725-1749), el cementerio fue desplazado hacia aquí, aprovechando lo que era un huerto de moreras. Actualmente está reconvertido en locales parroquiales.

Trama urbana de la morería de Oliva 

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Nos encontramos en el núcleo más antiguo del Raval, rodeados por un viario irregular, con fachadas que reculan y calles estrechas, tortuosas o sin salida. Esta configuración urbana constituye el mejor testigo de la huella morisca. Así, si nos fijamos en el plano del área aproximada que ocupaba la morería del s. XVI, observaremos dos núcleos claramente diferenciables:

 

– la parte más elevada y primitiva, alrededor de la antigua mezquita, donde encontramos el denominado urbanismo mudéjar, basado en la yuxtaposición de casas alrededor de un patio central, sin seguir un plan predefinido, y formando islas con contornos irregulares.

– y la parte más baja (calles Sant Llorenç, Estera y Tendes), donde encontramos las construcciones para moros, promovidas por señores cristianos para la mano de obra mudéjar-morisca . Aquí el entramado presenta plantas estandarizadas cuadrangulares que dan lugar a un viario ordenado.

Breve historia de los mudéjars-moriscos

Cuando Jaime I conquistó Valencia, muchos musulmanes pudieron quedarse a cambio de ceder territorio y aceptar la condición de vasallos. Esta dinámica propició que hubiera mucha población mudéjar, que disminuyó debido a dos grandes deportaciones (después de las rebeliones de al-Azraq de 1248 y 1276).

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La población musulmana tenía religión, lengua y cultura propias, y habitaba en los arrabales de las ciudades o en las alquerías del término. Mantenía un cierto grado de autonomía y tenía sus propias autoridades y código legislativo. Esta situación cambió en 1525, cuando Carlos I ordenó su bautismo forzoso (en 1521 muchos mudéjares de Gandia y Oliva ya habían sido bautizados a la fuerza por los agermanados). La nueva condición de moriscos los obligaba a vivir como cristianos y pagar como moros.

Después de muchos debates alrededor del problema morisco, Felipe III tomó la decisión de expulsarlos. Los movimientos militares se hicieron en secreto y, cuando todo estuvo a punto, se hizo público el edicto real: era el 22 de septiembre de 1609. Tenían tres días para abandonar sus casas y dirigirse al puerto de Dénia para pasarlos a Berbería. Podían llevarse los bienes que fueran capaces de cargar, pero el resto se tenía que quedar. Los 843 moriscos del Raval de Oliva fueron de los últimos en partir, después de muchos y largos días de espera y desasosiego.

Pozo de Alzina  

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Este singular rincón, custodiado por la telaraña viaria morisca, se convierte en un grato hallazgo a nuestros ojos. Los desniveles y rincones que modelan este espacio respiran una tranquilidad contagiosa. El  pozo o Pou d’Alzina, elemento distintivo de la calle, pronto atrae las miradas por la robusta sencillez de su fábrica y la armónica integración con el entorno. Un entorno urbano, el de la morería, donde la presencia de agua es una constante (la fuente de la calle Sant Isidre y la antigua fuente de la calle Serrans, el pozo de la casa Abadia, y los antiguos de la plaza de Sant Roc y de la calle Sant Llorenç…), evocadora no sólo de las necesidades cotidianas de una comunidad sino también de las abluciones rituales propias de los musulmanes.

Por los alrededores podremos descubrir discretas reminiscencias moriscas, así como topónimos que guardan inconsciente memoria de los Ganguis, Lahoz, Camatxo, Bram, Fateres… que en aquellos tiempos habitaron el barrio.

 

Itinerario Gerreria-Pinet

Paseando por Gerreria-Pinet

Portal ermita de San Vicente
Empezamos nuestro itinerario por la calle “Sant Vicent”, que toma el nombre del popular fraile dominico. En la calle hay una pequeña capilla con forma de portal que alberga un altar con la imagen de San Vicente. Este conjunto queda rematado por una espadaña con campana. Según la tradición, esta capilla fue construida el 1725 por los habitantes del pueblo que querían conmemorar una visita del Santo cuando se dirigía a Valencia por el antiguo camino de Játiva.

Vemos que muchas casas de esta calle conservan en su parte más alta, un piso de baja altura para la crianza de gusanos de seda en el siglo XVIII. Estos eran alimentados con las hojas de moreras que existían en las aceras de la “sèquia Mare”, la cual iba por la parte más alta de la calle.

Anteriormente, esta calle recibió nombres distintos como: calle “Abeurador” (1674) y calle de “les moreres del Raval” (1695).

Continuamos nuestro itinerario por la calle Virgen del Rebollet hasta llegar delante de las calles donde antiguamente se aglutinaban los gremios de artesanos: las calles “Caldereria” y “Cantereria”. En los cimientos de muchas casas de estas calles podemos encontrar restos de jarras y cántaros.

Ermita de los Santos Antonios
La pequeña ermita que ahora vemos fue construida en el siglo XVIII para facilitar la asistencia de los fieles en días de lluvias , ya que las fuertes lluvias dejaban la zona incomunicada.
Presenta una fachada tradicional lisa y alargada rematada con un frontón sobre el cual, se levantaba una espadaña con una veleta y un tejado a dos aguas con una cruz de forja.

La puerta de entrada se levanta sobre dos escalones. Esta ermita presenta planta rectangular con piso ajedrezado ( alternancia de azulejos blancos y negros) y a la derecha vemos una nave anexa de vuelta de cañón, con arcos sobre pilastras blancas.

Posiblemente, la ubicación de esta ermita esté relacionada con la primera fundación de monjas Clarisas en nuestra ciudad.

Seguimos por la calle “Sant Pere” hasta llegar a la plaza del “ Penyot” que recibe el nombre de una peña que antiguamente se encontraba aquí.

Desde aquí subimos por la cuesta de la calle Sagrada Familia hasta llegar a la plaza de “Camatxo” donde antiguamente se encontraban los corrales de un personaje árabe llamado “Camatxo”.

Plaza de Vistahermosa
A través de unas escaleras llegamos a la plaza de Vistahermosa . Como su nombre indica, es un enclave privilegiado desde donde podemos contemplar como la ciudad se acerca al mar Mediterráneo.

Una vez contemplada esta magnífica vista, bajamos hasta llegar a la calle Barranco que ocupa el cauce del antiguo barranco dels “Trapigs” que hasta el siglo XVII marcó el límite septentrional del “Raval”.

A continuación iremos hasta la calle Fateres, donde había un horno situado en la casa que hacía esquina con la calle San Leonardo y que funcionó hasta el año 1950. Antiguamente, en Oliva había cuatro hornos, dos en la morería y dos en la villa. La calle San Leonardo fue la calle de artesanos de cesteros.

Plaza de Ganguis
Llegamos, de nuevo, a la calle de la Ermita y bajando vamos hasta la Plaza de Ganguis que toma el nombre de un personaje morisco del barrio del que se decía que tenía acceso a un río subterráneo a través del cual llevaba a los musulmanes en peregrinaje a un lugar sagrado.

Llama la atención la portada de piedra de la casa número 5, donde también podemos observar un pilón en la esquina que tenía por función proteger la pared de los carros que circulaban antiguamente.

Continuamos nuestro recorrido por la calle Divina Aurora o, como se conocía antiguamente, calle Camatxo o del Empedrado. El nombre de Empedrado tiene su origen en un puente empedrado con lozas que cruzaba la “sèquia Mare”. Por otro lado, la terminología de Camatxo proviene de un distinguido vecino de la calle que era descendiente de un rico mudéjar converso.

Finalizaremos llegando a la calle “Sant Bernat” que es el punto final de nuestro recorrido. Esta calle es la más vieja de todas las mencionadas hasta ahora y, antiguamente, tendría dos almazaras que se conservaron hasta los años sesenta del siglo XX.

 

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